sábado, 6 de octubre de 2012

Las elecciones en Venezuela y el proceso de integración regional

Publicado en el diario Perfil (Por Eduardo Sigal) El 31 de julio de este año, en Brasilia, quedó formalizado el ingreso de Venezuela al Mercosur, que había sido resuelto seis años antes por los presidentes de los cuatro Estados que integraban entonces el bloque económico. Unos meses antes, en noviembre de 2005, Venezuela y los cuatro países de la Cuenca del Plata habían puesto freno al ALCA, el proyecto con el cual el gobierno norteamericano pretendía quedarse con los mercados latinoamericanos y dificultar la penetración del comercio chino. El “no” al ALCA y el “sí” al Mercosur no hubieran sido posibles –de parte de ese país– si Venezuela hubiera estado gobernada por un representante del mundo empresarial aliado al capital financiero internacional y a Estados Unidos. Casi siete años después de la Cumbre de Mar del Plata, la integración definitiva de Venezuela al Mercosur agrega un actor petrolero de peso en una región con déficit energético; amplía el mercado de exportación para nuestras manufacturas industriales y agropecuarias; y fortalece la autonomía regional frente a las presiones de las grandes potencias para adoptar políticas económicas o posiciones políticas favorables a sus intereses. Al Mercosur en general, y a los argentinos en particular, nos beneficia la presencia en Venezuela de un líder político con una mirada estratégica favorable al proceso de integración, que no se agota en nuestros cinco países sino que podría incluir a algunos de los cinco Estados asociados. Nos resulta favorable un gobierno que comparta la visión de que el Mercosur, además de facilitar los negocios de las empresas multinacionales y el intercambio comercial, debe avanzar hacia otros objetivos adicionales –en algunos casos a través de la Unasur–, como la infraestructura regional, la arquitectura financiera sudamericana y la integración de cadenas productivas de agregación de valor. No resulta, por todo lo anterior, indistinta la ratificación del rumbo político con una eventual victoria de Chávez o una revisión de este proceso, el cual tendría lugar en caso de un triunfo de Henrique Capriles. Esta reflexión no intenta constituir una interferencia en los asuntos internos de un país soberano; el sentido es alertar sobre el impacto en el proceso de integración sudamericana de un cambio de signo político en Venezuela. La continuidad del gobierno de Chávez, de innegables méritos en términos de política social, educativa, laboral y sanitaria, ratificaría el histórico proceso político regional, del que Venezuela es un actor de indudable importancia relativa. *Presidente de la Fundación Acción para la Comunidad. Dirigente del Frente Grande.